Vuelta al mundo en 3 inauguraciones

Este fin de semana visité tres cafeterías por recomendaciones de tiktokers, las tres de reciente apertura y las tres con terribles errores de esperar por su inexperiencia; pero dentro de entre los novicios di con un restaurante asiático que me sorprendió para bien.

    Disclaimer: No suelo evaluar lugares nuevos ya que me parece injusto no dejar que se asienten, aprendan y se adapten al público. Generalmente dejo pasar de nueve meses a un año para permitir a un restaurante consolidarse. Así evito perder mi tiempo, dinero y paciencia mientras dejo que los consumidores pioneros y foodies atiborren las banquetas y se coman los primeros errores. Pero me pareció un ejercicio interesante contar mi experiencia conjunta esta vez tanto para el consumidor ansioso como para los restauranteros novatos. Así que, si me acompañan en este viaje de disgustos y frustraciones que sepan que visité tales centros en contra de mi voluntad y motivado fundamentalmente por saciar el ansioso libido consumista de mi compañero. 

Comenzamos el recorrido en la Asia occidentalizada, específicamente en Torikami, la nueva "cafetería japonesa" de "Luisito Comunica" que de japonesa tiene sólo el nombre, pues ni las bebidas ni los precios se parecen a los de Japón. Un chai insípido y aguado, un flat white igual de lánguido y con un café amargo y quemado de terrible calidad. Estaba a punto de ordenar algo de su panadería, pero un bollo de 100 gramos con ojitos de chispas de chocolate no cuesta $ 95 MXN ni en las mejores panaderías de la ciudad. Espero aprendan a espumar la leche, a elegir buenos proveedores y a cobrar por lo que ofrecen. Por lo demás, muy olvidable el lugar.

Continuamos en el continente Asiático, pero esta vez del lado real y oriental, en Jr San, un puesto callejero que no visité per se, ya que el hambre me hizo mirar hacia el local madre Pho Mama San, un restaurante en esencia vietnamita, aunque noté fusiones con otras cocinas asiáticas y locales. De entre todo lo que probé, me quedo con la ensalada vietnamita, el calpis de guayaba y el helado que, pregunté y para mi desgracia, no venden por litro. Curiosamente el pho estuvo lejos de ser santo de mi devoción, principalmente por lo desabrido del caldo —a pesar de ser un clarificado de huesos, no está peleado con ser sabroso—, por lo menos tienen la decencia de seleccionar los toppings correctos y servirlo con fideos de arroz, no como la marranada que me sirvieron en Sesame.

En tanto Jr San, me trajeron su popular chai y puedo decir que es totalmente diferente y superior a los que he probado. Aunque me hubiera gustado con el doble de leche y la mitad de azúcar, está demasiado concentrado y a pesar del buen sabor, se torna difícil de beber.

Terminamos nuestro paseo en la familiaridad del mundo Occidental, en Bobo Café —acabamos aquí ya que en Jr San no vendían café— y doble decepción nos llevamos ya que aquí sólo tenían americano en su carta nocturna. Un sencillo, de buen grano y tueste, pero diluido americano. A la falta de un menú de cafetería, me conformé con un agua mineral en un vaso choquioso. La galleta de malvavisco es una cucharada de Chantilly entre dos galletas Quaker. Los meseros necesitan más experiencia y dinamismo y el menú necesita reducir su oferta y precios. Nos explicaron que sólo tienen menú de cafetería en la mañana —cosa por demás absurda— y que para alcanzar sus ya trillados pancakes asistiéramos lunes o martes antes de las 9 a. m.

A la mañana siguiente, siguiendo tal consigna, pedimos mesa y dio inicio el torneo veraniego de pesca de meseros edición 2025. Revoloteantes, dispersos y torpes nos atendieron como pudieron. Los latkes, insulsos; el americano, ahora de percoladora, mucho mejor que el de ayer; el flat white, bien espumado, pero el café muy ácido. Ofrecen una versión de benedictino tapa arterias como la que se prepara con lo que tienes en la casa: un latke grasoso de base, un cuarto de pechuga de pollo frita, algo dura, pero jugosa y una holandesa demasiado espesa y cortada —por exceso de mantequilla— al chipotle. El pancake sí destaca por su textura gumosa, mas no esponjosa, y nada más; la miel es sosa y la mantequilla se pierde. Debo recalcar que, a pesar de su espesor, no está crudo como el resto de la oferta y sí lo considero uno de los mejores de la ciudad, pero nada que valga la disfuncionalidad del lugar, ni el tiempo de espera. Yo quitaría el 80 % del menú y mantendría la barra de café todo el día, a fin de cuentas, eso son, un café.

Henos aquí en el presente, de nuevo en la comodidad occidental de la Ciudad de México, eterna capital mundial de la gastronomía, donde podemos encontrar auténtica cocina vietnamita, una hamburguesería con crisis de identidad y estafas envasadas con ojitos de capibara sin salir de la Cuauhtémoc. Que el FOMO no elija sus restaurantes, sean pacientes y eviten decepciones.

Hen gap lai!

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